
El hombre siempre ha hablado de lo orgulloso que se encuentra de haber construido este mundo a su placer, más nunca hemos tomado en cuenta al pilar que lo sostiene, la mujer.
Aquella criatura, la cual nos da su amor incondicional y nos trae al mundo. Aquel ser que vela por nosotros los hombres que creemos tener al mundo en nuestras palmas. La mujer es lo único que puede hacer que un hombre deje lo que sea que esté haciendo para seguirla hasta donde ella vaya, es la única cosa que puede sacar a uno de sus casillas, llevarlo al límite de la ira y seguir amándola.
Como tales son hermosas no importa como sean, altas o bajas, delgadas o esbeltas, etc. Siempre serán nuestras mujeres que amamos con todo nuestro ser y cambiaríamos el mundo por ustedes. Nos mueve su amor y su encanto, nos dejamos llevar por sus movimientos, olores y sonidos. Caminan con gracia y elegancia, nos hablan con ternura y amor, provocan que hasta el mas frío se derrita y se arratre a sus pies. Si no fuera por las exigencias de las mujeres que querían un mundo al modo que ellas lo deseaban, este mundo no existiría.
¿No fue acaso la guerra de Troya por causa de Helena?, ¿No se llevó a cabo la batalla de Waterloo porque Napoleón quería recuperar a su esposa? Esto es tributo para las mujeres y un recordatorio para los hombres, sin ellas nosotros tampoco estaríamos aquí. Así que cuando vayan a gritar, golpear u ofender a una mujer piénsenlo dos veces y dense cuenta, son hermosas e inofensivas, aunque un tanto explosivas.
Mujeres, las amamos con todo nuestro ser y se les agradece por compartir este mundo que sostienen con nosotros. Cuídense y no olviden de protegerse las unas con las otras pero no le echen la culpa a los hombres de cosas que no valen la pena, hablen con ellos y ya verán que ellos van a reaccionar ya que las aman.