
Un cambio, un cambio es lo que provocó mi soledad, un cambio es lo que causó mi debilidad. Aquel cambio que fracturó mi vida y destruyó la tuya. Fue una decisión errónea la que tomaste, pero las consecuencias no fueron tan graves.
Fue una decisión errónea la mía, pero las concecuencias fueron mucho peores. Yo soy el que se sacrifica, soy el que te visita, el que cambia sus planes para venir a verte, soy aquel que mueve los tiempos para pagar mi deuda. Soy el que buscó el cambio, y por ello tengo que pagar, pagar el tiempo, pagar el sentimiento, pagar ¿pagar?, ¿pagar qué?, tan sólo el sufrimiento, sólo la agonía, el precio fue alto pero no insoportable. Soy el egoísta de esta historia, aquel que cree llevar todo el peso en sus hombros y que no ve más allá de su nube de individualismo, el que no sale de la casa del "yo", de mi "yo" insoportable. Mi "yo" desapareció, se extinguió y dejó de existir pues dependía de la existencia del "tú". ¿Yo?, como tal no existo pues "yo" eres tu, y tu ¿dónde estás? Que pregunta mas estúpida, estás aquí enfrente de mi, conciente de ti. ¿Cómo sería estar conciente del "yo"? Conocer el propósito del cambio en uno y las concecuencias del mismo.
Yo, jajaja, que iluso fui al creer que tu eras mi todo y yo no existía, que tu eras mi mundo y yo no podia estar en el sin ti, pero ahora no estás y yo sigo aquí, respiro, camino, estoy y soy. Soy un individuo, soy uno, una persona, una idea y al final soy "yo". ¿Sabes? venir a visitarte me ayuda a reflexionar, te lo agradezco, te agradezco el cambio que me has dado, me disculpo por el cambio que te he robado y te pago con un cambio que darte.
Hoy me despido y te entrego el cambio pues ya no vendré todos los días, vamos, ya no vendré. Estarás sola desde hoy en día, pero antes, quisiera yo decirte algo, algo que nunca dije y no creí decirte. Te diré mis sentimientos, nunca me los preguntaste y nunca los demostré, pero te lo digo hoy, te amo. Te amé cuando naciste, te amé cuando tuviste a tu primer novio y yo te di consejos para obtenerlo, te amé como a nadie en este universo, te sigo amando aunque ya no lo diga y no lo demuestre pero estoy aquí y lo estaré para ti.
Mi camino continúa, yo seguiré cambiando, pero conservaré lo que me has dado tu, la felicidad de haberte conocido y de haberte querido. Te doy las gracias amada mía y hoy, hoy que estoy parado sobre tu lecho ruego a Dios, aquel Dios que te llevó lejos, a donde yo no puedo ir que no deje a ningun otro padre sufrir lo que es enterrar a una hija. Dejo ahora tu lápida para ya no verla más, te has ido pero yo continúo en mi felicidad y te dejo mi tristeza para que te acompañe.
Adiós Princesa, ya he cambiado...
Qué fuerte! No sabía que mi hermanito podía escribir algo tan dramático. Me da gusto ver que no me equivoqué cuando te recomendé que sacaras tu blog; tienes mucho potencial ;)
ResponderEliminarMe gustó la idea de un padre hablándole a su hija como a un amante. Es un juego literario interesante.