Por un camino cotidiano, en la oscuridad de la madrugada, avanza a pasos débiles y desganados una joven. Su cabello azabache brilla con la luz de la luna reflejándose en él, sus ojos cafés miran al piso, sus labios despintados intentan murmurar palabras sin sentido, balbuceos de bebé y su piel, maravilloso marfil, es lo primero que entra en contacto con mis dedos.
Estaba ebria, no inconsciente, sólo ebria, incluso una clasificación menor cuyo nombre desconozco pero sé que al menos su caminar era un poco agraciado a pesar de su estado.
Entró a la casa, abrí la puerta y tomé su brazo, me agradeció... Suena tonto mi querido lector, pero creo que ahí empezó, esa noche de copas para ella, empezó mi querer.
La acompañé arriba, la dejé en su cuarto a pesar de su insistencia de que debía dejarla, siempre ha sido muy orgullosa y terca, no deja que otros la ayuden fácilmente. Pero cedió ante mi insistencia y la escolté a su alcoba, dónde, como un chiste le ofrecí ayudarla a vestirse, claramente se negó.
Pasaron múltiples días, admiré su caminar, la vi mientras leía, cómo muerde sus labios, su movimiento de muñeca a la cabeza cuando parece no entender algo, vista concentrada en la tarea a la mano... Yo, de igual manera le prestaba atención a ella pero ella, creo yo, no se daba cuenta. ¿Por qué no? Nuestras pláticas nocturnas se hicieron recurrentes, ella parecía esperarme para platicar, en el comedor, sentada... hermosa y serena.
Empecé a verla con otros ojos, ya no sólo le tenía querer, sino deseo, pero no se confunda lector, no un deseo carnal y meramente sexual, no, la deseaba sentimentalmente, tomarla entre mis brazos y besarla apasionadamente, poderle decir "te quiero" sin que ella me viera de regreso con ojos de desaprobación... Y esa oportunidad se dio.
Una noche, después de tantas dónde platicamos y contamos íntimos secretos, vivió ella un dolor, su naturaleza no me es desconocida pero prefiero no platicarlo, lloró entre mis brazos y expresé mis opiniones abiertamente, groserías e imprudencias salieron de mi boca para que ella sólo levantara la cara, se sonriera, se acercara a mí y una pequeña frase... "Eres un caso". Esto desenvolvió un deseo mío, al fin, estaba yo bajo el marco de la puerta besándola, aquella que desde hace años que pensado, que desde hace años me dije que jamás podría obtener... y aquí estoy, con ella a mi lado.
Si mis lectores, estoy expresando mi felicidad ante mi pareja, mi novia, la mujer que en este momento adoro con todo mi ser, la mujer que todos mis amigos han aceptado y que incluso me han dicho que "mejor mujer" nunca me habían visto... y yo los apoyo completamente.
A ti te escribo esto hermosa, no es poesía ni una Biblia, no es una Oda que los dioses pudieran envidiar... Pero es sincero, es la mera verdad y no puedo ponerlo de otra manera.
Te adoro mi luna plateada, bendito el día en que te conocí, bendita la noche en que te besé, bendito el silencio entre tu y yo.
A Regina, Daisuke Desu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario