domingo, 26 de abril de 2009

Amor del bueno


Todo comienza con una ilusión de belleza y confianza, un sentimiento que se convierte en una esperanza y crece hasta volverse un susurro, una palabra que expresa tus ideales y deseos por una persona. Es aquella palabra de la cual estamos todos enamorados, que todos idolatramos, buscamos y hacemos lo posible por mantenerla una vez encontrada...

En esa idea es que te conocí y embarqué a tu lado en busca de una esperanza de la cual yo no estaba seguro, de la que no me diste ni una pista y sin embargo yo comencé a inventarla.

Vi agua donde había vino y oro donde tan sólo había piedras, me perdí en una ilusión hermosa y me entregué a quien no debía, pero el ser humano al fin y al cabo es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, más en ese transcurso es cuando aprende que se cae... para aprender a levantarse.

Vamos pues reflejo y sombra mía, que de arrastrarse lo conocemos todo, pero a caminar debemos aprender. Tomé mi ser y me moví de lugar, ya no me encuentro en posesión suya, ya no estoy en el centro de su mano, me he movido a la punta de su dedo. Estaré siempre para ti amada mía, estaré siempre contigo y te veré desde cerca, pero ya no sólo veré tu cara, ya no sólo me fascinaré por tus caricias, también buscaré a quien yo pueda encantar.

Al dejar el lugar que se me había asignado, el cambio fue repentino, me di cuenta de las "maneras" del amor, no tiene uno que amar tan sólo de un modo, no tengo que estar enamorado para amar, amo como a mis hermanos, amo como con mi madre lo hago y a ti, puedo amarte como lo hace un amigo.

Exquisito sentimiento el de amar y ser amado, magnífica sensación el de entregarse y recibir a la persona de vuelta. Es esto lo que siento ahora y me he dado cuenta que hasta cierto punto yo no estaba amando, pues el amar quiere decir que sé pensar en "tu" y sin embargo tan sólo pensaba en mí.

Cito ahora un poema del cual el autor desconozco que dice "Yo soy tu amigo y te digo, por favor no me hagas daño, pero si es necesario amigo, pero sólo el necesario." Me entrego ahora pensando en ti, pensando en lo que necesites pero pongo mi línea, tu estás allá y yo estoy a tu lado, como un ser aparte, no como tuyo, no como posesión.

Seguiré a tu lado hasta que me dejes o yo te deje, recibiré tu dolor como si fuera el mío pero nunca será el mismo. Yo ahora te abrazo y me despido, no es una despedida de siempre, por favor no me mal interpretes, tan sólo llámame... Cuando necesites a un amigo.


lunes, 20 de abril de 2009

El corazón



Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?"
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió "¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?", pensaron ...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando, anciano estúpido" dijo. "Compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo"...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.
Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Este texto no es mío, desconozco el autor pero por favor no lo confundan, tan sólo ha sido un texto que consideré , podía enseñar algo valioso.

viernes, 3 de abril de 2009

Sólo por soberbia


Me encuentro caminando, segura de mi persona y de mis ideas, pensando en que quizá esté ya todo listo, que esté preparada para enfrentar a mi reflejo, ponerme un alto y poder crecer. Paso una vereda y veo un cementerio, me trae recuerdos de una época de tristeza y otra de felicidad, y me congelo al pensar que algún día yo estaré ahí. No importa, puedo hacer esto, puedo seguir adelante. Doy un paso, el siguiente y el siguiente, una secuencia que me acercan cada vez más a esas tumbas silenciosas y pacientes.
Soy la culpable de todo esto, la gente que amo se encuentra a mi alrededor, dormida, la gente que estaba para mi, que me ayudaba, y, sin pensarlo tan sólo les negaba, "no lo necesito", "puedo manejarlo"... Sigo caminando y volteo a mi derecha, me congelo y no puedo moverme, aquella lápida enfrente de mi, aquel nombre, aquella persona, la enterré, la pisé en con mi soberbia y brinqué sobre ella. Estoy rodeada, todas a mi alrededor, todas las piedras, todos esos nombres, es algo que yo hice, y que me persigue sin dejarme esconder.
Debo huir, no puedo con la culpa, los remordimientos y la vergüenza de lo que hecho, corro, rápido, buscando una salida,  un refugio y en mi desesperación pierdo mi camino, pierdo el piso y caigo...
El golpe me aturde, caí contra algo fuerte, madera, mi cara contra ella, me duele el cuerpo y no quiero moverme, no quiero regresar, sólo veo la madera, me volteo, miro el cielo y no puedo creerlo, estoy en un agujero de esos de los que estaba huyendo, trepo rápidamente fuera de él, sola, miro hacia atrás, al agujero en el que me encontraba y busco la lápida.
Al mirar no conseguí evitar este sentimiento, me privé de mí misma, el dolor, el recuerdo de aquellos días, la persona en esta tumba, él me lo entregó todo, siempre a mi lado, siempre en mi regazo, aquel que con tal de ayudarme dejó su salud y en mi ceguera le decidí ignorar, creí estar viendo a futuro pero mi orgullo me dejaba ciega, las lágrimas limpiaron mis ojos y recorrieron mi cara hasta alcanzar el cuello y recuerdo como sentir arrepentimiento.
Ya no lloro, el llanto se vuelve cada vez más fuerte hasta convertirse en un alarido, intenso, no puedo soportarlo y pienso en él.
Me callo unos momentos y le pido disculpas por no haber aceptado, quiero que vuelva, mi gran confianza, mi gran cariño y espero, espero una respuesta y el silencio me otorga una decisión... Tomaré mi vida en control y ya no dañaré más, me pongo de pie y me alejo, me pongo a pensar y me detengo, un golpeteo, un suave sonido detrás mío, pongo atención y escucho gritos de desesperación a lo lejos, regreso al ataúd y descubro que provienen de él, le llamo desesperadamente, golpeo con todas mis fuerzas su prisión pero no es suficiente, debe haber algo, una pala recargada en la lápida, la tomo y me dispongo a partir la madera. Pido disculpas mientras la madera se parte, me arrepiento y recuerdo un sentimiento de humildad.
Se parte la tapa en dos partes, lo veo ahí acostado, esperando, lo tomo de las mejillas y mis lágrimas caen sobre su rostro, él sólo se levanta, me abraza y me susurra al oído "Sabía que no olvidarías recuerda en pedir ayuda".
He logrado enfrentarme a mí misma, no puede hacerlo sola y ya no seré soberbia.
Conseguí crecer, y ahora acompañada... continúo viviendo