domingo, 15 de febrero de 2009

Noche Intranquila


El llanto ahogado del infante, proveniente del cuarto de a lado me despertó, con miedo y cobardía bajé y me alejé de la comodidad y seguridad que proporcionaba mi cama y me acerqué a la puerta que conectaba ambas recámaras, y con mi pequeña mano tomé la perilla. Asustada y temblorosa dudé un instante en entrar, pero mi curiosidad humana, me llevó a tomar la decisión de adentrarme en los oscuros aposentos de mi pequeño hermano. Caminé ni siquiera 3 pasos cuando encontré que la raíz de llanto provenía del armario, y al acercarme el volumen aumentaba equilibradamente.


Tomé la puerta corrediza, la abrí y descubrí al perpetrador de mis sueños, ahí estaba la pobre criatura, encorvada y lloriqueando, balbuceando palabras que ni él mismo podía entender.

- Ya, ya. Basta ya de llorar, ten calma, shh... -

Le decía para que se calmara, lo tomé en mis brazos y le pedí que no se preocupara ya, que estaba yo a su lado y que ya nunca estaría solo. Levanté su cara y vi en sus ojos soledad, una soledad que me carcomió el alma y me llenó de tristeza.

- ¿Por qué lloras pequeño?, ¿por qué has dejado de soñar? -

Le tomé las mejillas y con suavidad limpié sus lágrimas, las más sinceras que he visto, las más puras que existen, las lágrimas de un niño. Mientras lo abrazaba recordé, recordé la soledad en la que se encontraba, la tristeza que le pesaba y la falta de un padre que añoraba. El padre del infante era el propio, pero yo tenía que ser la fuerte, yo tenía que ser la que lo ayudaría llevar esta carga.

- ¡Vamos pequeño!, levántate del suelo que solo vas a pescar un resfriado. -

Lo tomé de la mano y lo regresé a su cama, lo acobijé y le pedí que ya no llorara, que sólo recordara los buenos momentos y que olvidara su ausencia, que recordara como era, que recordara que a él no le gustaba que llorara.

Me dispuse a retirarme pero aquél me tomó la mano y con la mirada me rogó que me quedara. Asentí y me introduje en su cama y abrazándolo cuidadosamente me coloqué a su lado. Al pasar las horas él se quedó dormido, él ya no lloraba y estaba en calma, aquél que había sufrido ya estaba en paz, habría de dormir ahora y despertar mañana

2 comentarios:

  1. Tu post me recordó a un par de ocasiones en Los Echave. No sé si tiene que ver, pero creo que tal vez te inspiraste en eso.

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  2. Efectivamente mi estimada Watson, es algo así como auto-tuyo biográfico.

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