Al son de Elgar, concierto de cello en E menor comienzo a relatar mi final, mi perdición y absoluta muerte.
Si, amado lector, estoy muerto, como un instrumento musical; si nadie me toca, no emito sonido, si nadie me ama y cuida, me desafino y empolvo... Si nadie me da sentimientos, yo no puedo expresarlos.
Recuerdos me inundan como un mar de sentimientos por todo el cuerpo.
Sólo durante una pieza te sentí, sólo en ese tiempo te amé y en sólo un segundo te perdí...
Pienso en tus ropas, tu blusa y pantalones... Y lo que yace debajo. Tu hermoso rostro acercándose a mí con una sonrisa y mirada coqueta; ¡cómo muerdes tus labios! Hermosa dama, musa griega que deja a Afrodita por debajo. Tu cabello negro y lacio, el marfil que te envuelve y mis deseos de rodearlo.
Tomas tu instrumento, me tomas... Con toda la delicadeza recorres mi madera y la lustras con tu mano; me abrazas. Comienzas a afinar cada una de mis cuerdas, acomodas mi alma, el brazo está un poco torcido y lo sabes, las antiguas dueñas de este pobre instrumento no lo cuidaron bien, pero a ti no te importa; me hablas al oído y me dedicas tu amor.
Ya afinado y lustrado tomas el arco y lo postras sobre mis cuerdas; con el movimiento acaricias mi abdomen. Al son de tu movimiento emito música, al compás de tus sentimientos hago melodías. Somos un perfecto equipo, aquellos que están en el escenario y todos miran, la música y su instrumento, la mujer y su muerto...
Al cerrarse el telón, termina la música y ya nadie; en la intimidad nos encontramos y acercas mi estuche para guardarme. Con cuidado lo abres y me pones dentro, se cierra aquel ataúd y sólo queda la oscuridad combinada con mi esperanza de que me lleves a casa... De que me hagas tuyo, que me desarmes y destruyas, que le des vida a esta madera hueca para entonces yo tocarte, para emitir música con tu cuerpo y llenar el silencio que nos rodea con pasión y vida... Pero mi cárcel no se abre, no escucho nada y no hay movimiento; sé que estoy solo de nuevo. Al fin y al cabo, soy sólo un instrumento...
Mi razón de ser está clara, me usarán hasta no servir más, entonces mi propósito se cumplirá, soy un instrumento enamorado de su dueña, soy un hombre sin sentimientos, un objeto gritando ayuda y una persona en silencio.
Sólo podré quedarme con hermosas canciones de mi uso; entrañables memorias de mis relaciones. Seré siempre tocado por y para ustedes mis amores, para siempre mi musa, la que saque a este hombre de su ataúd, a este maltratado instrumento del silencio... Siempre que esté en el escenario me luciré; siempre que dé mi amor brillaré y te daré felicidad...
Pero aquí termina... Al final de todo soy sólo un instrumento; sólo un hombre más.
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