lunes, 2 de marzo de 2009

Inconciencia personal


Regreso del colegio a mi hogar, lugar de supuesta paz, descanso y comprensión. Abro la puerta con temor, intranquila, intento no hacer ruido, tan sólo llegar a mi cuarto y terminar con mi día.

Sintiéndome triunfante a unos pasos de mi recámara retumba una voz familiar que vocifera detrás de mí. Sólo escucho injurias y juicios lastimeros, veneno a mí ser, veneno a mi mente, me intento abstraer de todo eso, alejarme de las ofensas y no hacerles caso. Huyo, me alejo de aquello y me encierro en mis aposentos. No debo escuchar, sólo debo ignorar, seguir, esperar…

Las ofensas vuelven através de mi imaginación, me gritan y destruyen, me lastiman y acaban por absorberme, a liquidarme. Escucho esto todos los días, nunca falta, jamás muere y siempre me acecha, comienzo a aceptarlo, empiezo a creerlo, está en todos lados, no puedo escapar, aquella presencia me daña y yo no hago nada, no puedo, no me creo capaz, me siento inútil. He intentado cambiar, convencerme de que estoy mejor, que puedo contra el juicio y que no me afectará, pero encuentra un detalle y se abalanza sobre él, sería mi altura, mi cara, no importa, está mal, feo y grotesco.

Busco confianza, seguridad o alguna salvación, la soledad está sobre mi hombro y se burla de mí y no me da descanso ni respiro, sólo frustración.

Siguiendo con mi vida me pongo a dudar, ¿valdrá esto la pena o debería terminarlo? Escucho otra voz, ésta es calma y amable, me ruega por paciencia, me pide soportar y me jura que esto se va a terminar. Soy inconciente de mi persona, no conozco amor y pierdo la conciencia, pierdo el saber, el conocerme. Vuelvo a escuchar la voz amable, aquella me reinventa, me dice una mentira, una hermosa mentira, ¿será una mentira?, ¿no seré yo la engañada? Recuerdo la primera voz, la familiar y hostil, aquella que me hiere y la decido confrontar, creer en aquel que me recordó quien era, el que remarcó lo que soy, lo que ya había olvidado.

He salido de mi inconciencia personal, he dejado atrás las mentiras lastimeras y comienzo aceptar lo que mi aliado dice, estoy bien, ya me conozco, creo en mí y confío en él, aquel que quiso ayudarme y me dio lo que necesitaba, un poco de seguridad y un apoyo incondicional.

Confronto las mentiras que gritaban en mi hogar, le recordé que me hace daño, que miente, le miente a la persona más importante para ella, le miente a sí misma… No parece reaccionar e intenta lastimarme mas, pero ya veo la verdad, ya se la realidad y me aferro para mantenerme. Se dará cuenta al rato, se disculpará conmigo después y arreglaremos esto. Ahora agradezco la confianza, la seguridad dada, se me hace rara la lealtad pero hay alguien que me acepta, me conciente y me mantiene. He salido de mi inconciencia personal para ver mi vida, acompañada, conciente y querida…


Este pasaje está dedicado a la joven MariDi.

Le agradezco la confianza y le imploro me tenga paciencia.

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