miércoles, 25 de noviembre de 2009

Heme aquí


Heme aquí, lidiando con la cuita que el hado me ha impuesto. Vagando por las calles de una ciudad que no tiene idea de mi existencia. Una ciudad que vive de vicios, de querellas y de oprobios. Nadie tiene mayor interés que el que tiene por sí mismo. Ensimismado y aún caminando sin rumbo, cruzo mi camino con quien reclama ser un prócer personaje, un sempiterno ser, me he encontrado con la única persona que representa el cesar de la vida, la Muerte.

En figura de la que alguna vez fue una bella mujer pero que el tiempo le otorgó la raquítica apariencia que hoy porta, aunque conservando un espíritu núbil y cierta lascivia. Solamente puedo contemplarla quietamente, fijando mi mirada en sus ojos, tan vacíos, y observar lo único que desea; pude ver el vehemente deseo por poseer mi alma. Aquello que muchos religiones deifican y llegan a reclamar como nuestro; aquello en lo que nunca creí pero siempre presentí que se encontraba dentro de mí, por fin me iba a ser arrebatado.

̶ ¿Qué quieres?

Fue lo único que pude decir. Estúpida pregunta, ya sabía la respuesta.

̶ Quiero liberarte.

̶ ¿Liberarme, de qué?

Y con una voz de susurro, apenas la escuché decir:

̶ Liberarte de la dependencia de tus huesos, de una corazón, del aire y del yantar para vivir. Quiero cesar tu existencia en esta realidad, que tu familia llore en las exequias que te dedicarán y llenen su mente con preces para tu eterno descanso.

Con lágrimas queriendo salir de mis ojos, respondí:

̶ Pero, ¿por qué quieres que muera? Aún me quedan años para vivir, ¿o no?

̶ ¿Vivir? ¿Puedes llamarlo “vivir” en este mundo de ingente sufrimiento, con tu maldita depresión eterna? Simplemente eres patético, no eres digno de tu alma.

̶ ¡¿Qué dices?! En ningún momento he tratado de ofenderte, y pensar que en alguna ocasión llegué a inmolar personas para tu favor. Cual montaraz hombre de una civilización perdida, pensé que sería de tu agrado.

̶ No es parte de los hombres tratar con la vida de los mismos, más que con la de uno mismo. Es evidente que tú no eres acreedor del respeto de nadie, ni mío ni de los tuyos. No eres ni siquiera acreedor al derecho sobre tu alma, has desperdiciado tu vida cometiendo errores, tan inteligente eres capaz de verlos pero no enmendarlos.

̶ Entonces, tú podrás ayudarme. ¿No es así?

Me encontraba en una desesperación total, como un bajel a la deriva. Simplemente no podía perder todo lo que conozco, lo que he amado, tocado y pensando; no podía perderlo todo en un instante.

̶ Ahora que me presento es cuando buscas ayuda, nunca tuviste la decencia de valorarte como eres. No puedes pedir ayuda para que aprendas a valorar. Ver un espejo y observar a los ojos a un extraño que te mira fijamente, conocerlo y quererlo, es simplemente imposible para ustedes. Lo primero que buscan es el tahalí donde yace la espada que dará muerte al extraño. ¿Cómo no serán un pueblo de la guerra si la guerra es declarada sólo por ustedes hacía ustedes?

̶ Pero, no logró entenderte. Sólo sé que prefiero beber el peor tósigo antes que verte llevar mi vida fuera de este mundo.

̶ Mejor ejemplo no pude haber dado. No vengo a ayudarte pero puedo destruir tus dolores y sufrimientos. Cuando sólo sufres en la vida, sin encontrar algún haz de luz que prometa esperanza; cuando así sufres, ¿para qué vivir? Es la única forma en que te puedo ayudar, pero te causo miedo e incertidumbre. ¿No es esto lo que has reclamado con tu propia destrucción? Ahora, no rechaces el final que tu propia mano ha venido forjando.

̶ ¿No tendré alguna oportunidad? ¿Es que no conoces la misericordia?

̶ Aun entre tu gente no había encontrado a un ser tan ignorante. Con 36 años de oportunidades, ¿todavía reclamas misericordia cuando ella te ha besado la frente tantas veces? Eres ciego ante el amor, yo, un ser oscuro, puedo sentirlo a mayor cantidad que tú, que estás hecho para amar.

̶ Amaré a cuanto ser pueda, lo ayudaré y protegeré. Prometo cambiar, ser mejor.

̶ ¿Te podré decir que vivas el resto de tus días como religioso y lleves el mensaje a cuanta alma puedas?

̶ Así lo haré, lo juro.

̶ Jajá, vive como quieras.



̶ Y heme aquí, pudiendo burlar a la muerte.

̶ ¿Y has cambiado en algo?

̶ En realidad, no.







Este pasaje fue redactado por mi buen amigo Alan Daniel Mosqueda Cruz, a quién admiro y estimo. Un verdadero amigo, de aquellos que sólo se pueden contar con una mano. Le agradezco que me deje publicar su obra y con el mayor aprecio le saludo.


martes, 24 de noviembre de 2009

Susurro


No pasaban las 10 de la noche cuando, en una choza vieja y llena de goteras, cayó un rayo que despertó mis más grandes temores de un salto para regresar después al perpetuo sonido de las gotas cayendo en el techo de madera de la vivienda.

Levanté la mirada y observé mi cara reflejada en un espejo de agua encharcada a mis pies. Durante unos momentos pude observar cómo los años me habían ya afectado y mis barbas crecían descuidadas y alborotadas desde mi barbilla hasta la cruz de Santiago que me regaló mi hermana en mi plenitud. Las arrugas ya eran prominentes y no era de sorprenderse pues contaba con 67 años y la edad no me estaba tratando con ligereza. Los viejos harapos y mis manchados zapatos hacían juego, mi sombrero, una hermosa pieza de tela negra con un estampado de rayas blancas verticales a su alrededor y el corbatín me hacían ver como un hombre elegante aun en la pobreza y vejez.

Decidí que el día siguiente sería difícil pues tenía que ir por leña y a pedir comida, cabe aclarar que jamás me dignaría a mendigar, voy a un refugio para ancianos. Tomé mi sombrero y mi saco y los colgué en el perchero disponiéndome a irme a dormir, entonces volteé y fijamente observé la figura de mi amada, ya hace mucho tiempo lejos de mi, casada con otro hombre y en la soledad me dejó pudriéndome.

No podía creerlo y supuse de manera lógica que estaba alucinando, volteando hacia el agujero en mi techo y mirando el cielo recordé su tersa faz inmaculada. Un suspiro surgido de lo más profundo de mi alma escapó por entre las impenetrables puertas de mis labios y susurré su nombre al infinito. Escuché atentamente... eco... silencio.

"Sabía que no podía ser ella", dije para mí y regresando la mirada me sorprendió el encontrarla nuevamente posada frente a mi, quieta, inmóvil y con la misma mirada tan profunda que siempre tuvo.

- ¿Qué haces aquí? Hace mucho tiempo ya enterré tu recuerdo, ¡déjame en paz demonio! -

Intentando escuchar respuesta permanecí en silencio... pero ella también, tan sólo me miraba con esa paz y tranquilidad que llevaba.

Me hinqué a sus pies y le rogué que me explicara qué hacía ahí, que qué quería de mi si ya olvidado estaba y mi amor no era más que una piedra en su camino, y ante todo esto inmutable se quedó, no expresó sentimientos y esto me desesperó.

Comencé a gritarle, le recordé que yo era quien en verdad la amaba, ¿qué hacía con ese patán? le reproché y decidí que simplemente no valía la pena sufrir por ella.

- Puedes retirarte, no es difícil encontrar la salida... Por favor deja mi vida y no regreses jamás...-

Pero ella se quedó como congelada frente a mi y ni un milímetro movió su expresión, y en sus ojos me vi, vi mi rudeza y falta de respeto y nuevamente me hinqué ante ella, pero ahora le pedí perdón, le pedí que no se fuera, que entendiera a este viejo granuja que no tenía ni en qué caerse muerto, que los celos me consumían y que no soportaba el haber perdido todo buscándola y encontrarla casada a otro hombre... Pensando en esos celos fue que cometí un gran pecado. Sentí ira, ira contra ella y contra lo que representaba, la odiaba con toda mi alma y no podía permitir que alguien... no, algo tan ruin como ese ser viviera.

Me retiré a la puerta y tomé el hacha que ponía en la paragüera vacía para cortar leña, la agarré con fuerza y perfile un gran golpe contra su cabeza. Al realizar esto miré su rostro y una lágrima fría recorría su mejilla... una sola lágrima. Caí de rodillas dejando el hacha a un lado de mí y me di cuenta que por semejante estupidez le iba a cortar la cabeza a mi amada... ¿Amada?

Estaba seguro de haberla amado, pero jamás la dejé ir. Yo no la había amado, me había obsesionado y ahora, llegado el momento, me dejé llevar por mis instintos e incluso amenacé su vida. Nunca fui un santo, pero jamás creí llegar a tales extremos. Me puse en pie y con los ojos cerrados le dije:

- Nunca necesitaste ayuda, me vendiste para salvarte. Los ángeles como tu mienten para mantener el control. He vivido hambruna, miseria y miedo, y nada pudo enseñarme mejor a vivir que el estar sin ti. Hasta ahorita sólo me lamentaba pero ahora me doy cuenta que tu silencio y el eco del mismo me susurran que soy libre, que mi vida es mía y de nadie más, que tú no puedes arrancármela y que no permitiría si lo intentaras... Mi nombre es Elliot Leo Hassler, y en honor a ese nombre es que te despido. -

Un silencio sepulcral me hizo abrir los ojos y encontrarme con la penumbra total, mi vela se había agotado y necesitaba reemplazarla.

Al prender una nueva observé el cuarto vacío, cómo si nadie hubiera pisado este lugar en unos días y bajando la mirada volví a ver el suelo, el charco que estaba a mis pies y me dejaba ver mi reflejo.

Mis cabellos eran negros, la mirada joven y llena de vida, mi traje estaba en perfectas condiciones y mis zapatos recientemente voleados. Mi sombrero estaba recién comprado y mi juventud se notaba en mi cara. Fue entonces que un susurro escuché y sabiamente al oído expresó:

- Vete ya, no más tiempo pierdas aquí que 50 años fueron suficientes, recuerda tu lección y vive con ella... -

Un trueno cayó detrás mío y efusivamente di un salto y cerré mis ojos... los abrí y me levanté de mi cama con extrañeza.

- Quizá un sueño fue... -

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Le Fragile


Esta música se me hace hermosa, pero está medio depresiva, la pongo para que acompañen la lectura de abajo, considero que hará un poco más impactante así lo que lean.
Ciao, espero disfruten como yo lo hago.

martes, 10 de noviembre de 2009

Nadie me dijo cómo moriría...



Nadie me dijo cómo moriría...

Por primera vez en mi vida me abro, lo hago ante usted mi lector, le dejo mi vida a su criterio, una vida escabrosa y llena de errores. Errores que espero pueda comentar con sus seres queridos.

A mis cortos 6 años de edad, la muerte de mi padre desenterró poco a poco un sentimiento de inferioridad en mi, busqué la felicidad en parecerme lo más que pudiera y a pensar como él. Siempre me decían lo mucho que me parecía... pero, yo lo veía mejor, no importara cuánto me le pareciera... yo no me le acercaba.

Los 6 años después de su muerte fueron extraños, una madre sumida en depresión y permisiva, intentando acercarse a sus hijos sin poder conseguirlo del todo. ¿La escuela?, bueno, esa no iba por buen camino en lo absoluto. Casi no tenía amigos y me sumí en un mundo de libros extraños, mi familia no sabe lo que he leído, hasta donde llega su conocimiento sólo he leído cosas de zoología e historia. Leí psicología, muchos temas y a través de relacionarme con mis compañeros vi como lo que leía en Internet de hecho era verdad.

La manipulación se volvió costumbre y ello atrajo varias decisiones a una edad muy temprana. A los 13 años comencé a crecer, mi voz se agravó y descubrí que la gente me tenía miedo. Erróneamente en vez de aprovechar eso y hacerme de aliados, descargué toda mi furia acumulada de varios años en todos aquellos que osaran intentar dañarme. Descubrí que la mente del infante era muy frágil y lastimé a muchos... una de ellas se suicidó.

Nadie me dijo cómo moriría... pero ya me estaba haciendo la idea.

Para cuando cumplí 14 años, ya había hecho todo lo necesario para poder haber muerto, fumaba, me drogaba y tenía relaciones sexuales con aquella niña que se dejara en un ideal estúpido de que me amaba... Pero a pesar de que yo creía estar disfrutando de la vida, me doy cuenta ahora de que no hacía nada más que gritar por ayuda, ayuda que no podía conseguir fácilmente, toda esa psicología que había leído no la estaba aplicando a mí mismo. ¡Genio!

Un día conocí a un muchacho, aquél humano me molestó de de tal manera, no es que me haya hecho nada, sólo su presencia y manera de moverse me hizo detestarle, su novia por igual... Decidí intentar algo nuevo, en vez de lastimarles, ¿cómo sería volverme su confidente?

Durante 6 meses me vi planeando esto, me convertí en su amigo, conseguí su confianza, y comencé a mover piezas. Una para allá no haría mal, este chisme aquí haría mejor... logré hacer que ella desconfiara de él a tal grado, que decidió engañarlo conmigo, y luego yo fui a decirle a él, como "buen amigo" que yo era. No pudo contenerlo, y golpeó a la niña, nada serio, un bofetón nada más y a mí no me hizo nada, tan sólo me miró y me dijo con la mirada clavada en mis ojos, "No te perdono, te odio, pero te lo agradezco". Fue entonces que me volteé con ella para agacharme de frente a decirle "Esto se lo traen encima ambos, por ser tan confiados, espero aprendan la lección y ojalá el hecho de haberlos separado no les afecte mucho..."

Mi vida siguió un paso muy similar durante unos años más, pero un evento significativo para mi desarrollo quizá sea el siguiente. A mis 16 años conocí a una hermosa muchacha pelirroja de ojos verdes que caminaba con mucha gracia, sin embargo con grandes aires de grandeza. Desprecié su actitud inmediatamente y decidí que podía cambiársela, que yo podía hacer que esa mujer, joven... niña, entendiera lo que yo había pasado, no podía pensar en algo peor que mi vida y tenía que hacerle pasar por algo que se pareciera.

Comencé fácilmente, una sonrisa, un atuendo, el escucharle y estudiarle, sus movimientos, expresiones y manera de hablar, también tuve que entender al novio, tenía que ser como él, pero mejor. Todo iba según lo planeado hasta que conocí a su mejor amiga. Esta mujer comenzó a interferir demasiado, se dio cuenta de lo que yo hacía y la ayudaba a componerse. Debido a esto un plan sencillo de 4 meses se tuvo que alargar a unos 6, no me preocupaba demasiado, sin embargo me quitaba mucho tiempo. Para lograr mi objetivo tuve que juntarla con un muchacho y después hacer que pareciera que le fue infiel a su novio. Eso le quitó la confianza de su mejor amiga y terminó por decirle que no podía ni dejarla cerca de su novio por miedo a que se le fuera a "lanzar". ¡Fue grandioso!

Para mí ya no habían más obstáculos y yo fui quien la ayudó en su dolor de tener una amiga traicionera, fui yo el que estuvo para ella en todo y gracias a eso conseguí un puesto al que pocos llegaban, yo ya no era su mejor amigo, era su adjunto, a donde fuera yo, ella iba y por eso comenzaron los enfrentamientos con su pareja. A causa de eso prefirió pelearse con él en mi defensa y terminó por besarme en la cara del joven, a esto él se retiró y me dejó el paso libre.

Sus calificaciones bajaron, los lugares por donde se movía cambiaron, su ropa fue cambiando y sus hábitos también. La gente a su alrededor se preocupó y ella comenzó a mentir.

Para ella yo era todo, sentimiento que me hacía regocijarme e hinchar mi ego a tal punto que me sentía capaz de manipular lo que fuera. Ya cuando ella había decidido defender nuestra relación ante sus padres y amigos, pelearse con todos ellos al grado que casi la corren de su casa, el haberme entregado su virginidad por la simple razón de que ella me "amaba con todo su ser" y de haber desecho todas sus amistades, sin hablar de sus hábitos académicos y de salud, decidí que era tiempo de dejarla, ya me aburría, ya sólo decía que yo era su mundo y eso me provocaba náuseas.

Un día la tomé de los hombros y textualmente le dije las siguientes palabras, "¿Te das cuenta de lo tonta que eres? Ni siquiera eres capaz de saber quién te manipula para hacerte pelear con todos los que de hecho te aman, no te portaste mejor que una escoria con tus amigos y con tu novio, le fuiste infiel con una persona que sólo quería hacerte ver todo lo que tenías para que lo tiraras por la borda... y bien hecho, ya está realizado, yo no te amo, te desprecio y espero que estos 7 meses te hayan ayudado a darte cuenta de lo tonta que te viste".

No pasaron 2 semanas cuando me dijo un amigo que se había suicidado, aventada de un sexto piso y se abrió la cabeza.

Nadie me dijo cómo moriría... pero seguro no sería como quisiera, la mitad de los que me rodean han muerto, y la otra mitad me detesta... o al menos eso pensaba yo.

Pensé durante un tiempo en suicidarme, las personas que yo había querido se habían ido, y no hacía nada más que lastimar a otros, puse cuchillos en mi cuello y me llamaba cobarde por no atreverme a cortarme nunca. Pasé así 1 año entero, lastimándome más, sin poder llorar, ahogándome en mi propia miseria durante todo ese tiempo... Fue entonces que mi mejor amigo me tomó de la ropa, me levantó y comenzó a golpearme la cara repetidamente hasta que él, llorando, me dijo "Déjalo ir... te estás lastimando y todos los que te rodeamos." Esto fue un altercado completo en mi vida y provocó un cambio radical. Juré no lastimar nunca más a mis seres queridos y que no mentiría mientras estuviera consciente de mis acciones.

Conocí después de eso a una mujer, todo en ella me encantaba pero todos mis amigos me advertían, me dijeron que sólo me lastimaría. Seguí mi camino pensando que era una coincidencia y que no debía importarme, pero la moneda se dobló y el traicionado y engañado fui yo, la mujer que decidí querer se enamoró de un amigo mío y felices son ahora... pero, yo no sabía qué hacer, golpeé paredes, maldije al cielo, me desquité con todo el mundo que pude, hasta que recordé quién se había parado a mi lado.

Durante mi enamoramiento conocí a una señorita de gran educación, refinada en su manera de hablar y de movimientos agraciados. Esta dama se volvió mi amiga muy rápido, confié en ella y comenzó a atraerme, pero yo no permitía que eso sucediera. Me considero un hombre de principios y si pretendo a una mujer me dedico completamente a ella.

Cuando ocurrió el "accidente" de que la mujer que yo pretendía decidiera salir con uno de mis camaradas, la única persona que se mantuvo a mi lado ayudándome a seguir adelante fue mi amiga. Le llamaba todos los días para platicar o desahogarme, ella, pacientemente escuchaba todo y me daba consejos. Comencé a invitarla a salir y poco a poco descubrí que, lo poco que compartíamos, nos encantaba. Me deleitaba con sólo verle a los ojos, una mirada cálida y sincera. Me fascinaba verle la sonrisa pues significaba que era feliz.

No fue difícil entonces descubrir que lo que sentía antes no era un enamoramiento, era una obsesión... esto era diferente, no es que sintiera que sólo era feliz con ella, que era mi todo y que no podía vivir lejos o moriría. Sentía que simplemente la quería hacer feliz, que quería ser un mejor hombre por ella y compartir lo que ella quisiera de vida conmigo. Poco ha pasado desde el día que sentí eso, pero puedo jurar que siento que he muerto por ella, el amor me ha matado...

Nadie me dijo cómo moriría... pero nunca creí que de amor se trataría...

domingo, 25 de octubre de 2009

Sad Romance - Jessica Yeh



Gracias a unos cuantos tutoriales de Youtube me vi en la posibilidad de agregar un video a este espacio. La verdad en este blog me interesa esparcir cultura de diferente tipo, ya sea visual o sonora y esta pieza de música fue mi opción preferida como primer video a este espacio. Gracias a todos, espero que sigan disfrutando de mis escritos, dibujo y, recientemente, videos como yo lo hago.

Hasta pronto.


lunes, 28 de septiembre de 2009

Blut und Tod


Es en esta tarde que arrepentido me siento, causa no falta pues le he dado la espalda a aquel que juré acompañar por siempre, estar con él en su camino hasta después de la vida misma y no he sido más que hipócrita, hipócrita conmigo y con él, mi mejor amigo, mi alma, mi "adjunto".

La belleza que él me había dado la desperdicié y no hago más que lastimarme, le dije alguna vez que seríamos camaradas por siempre y separado me encuentro de él por la razón más estúpida. Hemos compartido lágrimas mi "adjunto" y yo... ¿qué adjunto? No es nada menos que mi hermano, mi sangre y mi misma patria. Le debo mi lealtad y como proscritos estuvimos un tiempo.

Me entristece ver que le he fallado. Me lastima ver que le he traicionado y manipulado a mi antojo. ¿Podría yo llamarme su amigo después de tal despojo? Él me dijo alguna vez "No merezco nada" y enrabiado me levanté, "no te atrevas a decir eso" le grité, y le juré que mi amistad le haría ver que él merecía mucho, mucho más de lo que yo le ofrecía... y aun así, humilde me dijo "Gracias hermano, no acostumbro llorar, tan sólo una lágrima hoy, quizá" y de mi alma salió "Una lágrima sola basta".

Quizá fue mi soberbia, no, quizá no, seguro lo fue, yo te alejé a patadas, te hice parecer que te odiaba, incluso hablé mal de ti y ¿por qué?, por una persona que a pesar de llamarle también mi amiga yo no conocía tanto. Dije amarla pero no tanto como para lastimarte. "¿Qué me sucede?" me preguntaba, pero te miraba y me llegaba la rabia, ahora no puedo ni mirarte, de estampa ya no tengo nada.

Se apagó mi rabia y la vergüenza me invade, es que recuerdo cuando comía todos los días contigo, jaja, ¡vaya que días aquellos!, recuerdo también cuando tu hermana no caminaba, y cuando empezó a hacerlo... te llevaba coca-cola ¿recuerdas? , los juegos, las parrilladas y las fiestas, un mundo de niños. Pero... ahora siendo hombres no hecho más que faltarte, de ir contigo mi hermano, hablar frente a frente pues tantos años de confianza no pueden destruirse por una pequeña tentación.

Regreso humildemente ante ti mi amigo, te expongo mis pecados, bajo la mirada y cual perro pongo la cabeza gacha, "No merezco tu perdón amigo, adjunto... hermano. Es que la lágrima se me ha salido..." Él, solemne me dice "No te atrevas a decir eso nuevamente, que tu lo mereces todo, y mi amistad es prueba de ello".


Es a ti a quien dedico este escrito, una conversación, una platica que recordé, una lealtad que olvidé, te quiero, te estimo, te amo hermano mío... quiero estar bien contigo.

Blut und Tod

martes, 28 de julio de 2009

Capítulo Tercero - Accidente



Acacia bajaba las escaleras a zancadas y gran velocidad de dos escalones a la vez. Mientras corría apurada y llegaba al recibidor se asomó por una ventana al pie de las escaleras y observó que el carruaje de Ariel ya no estaba aparcado en el pequeño terreno destinado a los transportes, a un lado de la casa de sirvientes para que los cocheros pudieran pasar la noche en una cama y no en el mismo carruaje. Volteó hacia el pasillo que daba a la sala y cocina y corrió a través gritando el nombre de su cochero.

- ¡Cassius! Necesito salir de la mansión en este momento, es de crucial importancia, ¿dónde estás? -

Mientras la joven corría hacia el exterior de la casa, en su dormitorio, Cassius yacía dormitando.

De 55 años Cassius ya no era ningún niño y estaba bastante amargado. "La edad" pensaba entre que abría la boca y hablaba a regañadientes.

Entresueños, él se veía a sí mismo hace unos años en su pueblo natal, Witchlock. Mary, su esposa se encontraba tendiendo la ropa y los niños jugaban con los perros, 3 Basset-Hounds, "Tremendos animales"...

- ¡CASSIUS! ¡VEN YA A CENAR! -

Mary gritaba a lo lejos, se acercaba él, pero no se movía, caminaba pero no llegaba a la casa, fue entonces que las brasas salían de la casa, los perros aullaban descontrolados, escuchaba los gritos...

- ¡CASSIUS! ¡CASSIUS!... -

- ¡CASSIUS! ¡Despierta ya! Necesito que me lleves a... Hombre, levántese de una buena vez, no tenemos tiempo, y no me mire con esos ojos de pistola, no estoy de humor para su mal genio. -

- Si señorita...-

Mientras el hombre se levantaba de su cama miró atrás a una fotografía ya bastante desgastada y de los bordes quemados, mientras la miraba una lágrima recorrió sus mejillas y suavemente, con la yema de su dedo índice acarició la cara de la mujer retratada en aquella imagen. Tomó su saco, la señorita no lo haría viajar poco, no era su estilo ir de compras al mercado del pueblo...

Observó un espejo en su puerta, sus arrugas eran cada vez más prominentes, sus ojos, negros como la noche misma contrastaban con su plateado cabello y barba como la Luna misma. Su nariz alargada y aguileña mostraba aun más su rostro huraño, pero, cuando se le acercaba a Cassius se alcanzaba a ver en su mirada una tristeza profunda, un arrepentimiento de aquel que destruye a cualquiera. Su saco, rojo escarlata y el bastón que le regaló su suegro en su día de bodas, grabado a lo largo "Una bella sonrisa puede devastar a cualquiera... Mary", le tomó con fuerza, se puso su sombrero y salió.

A la mitad de la vereda para llegar al carruaje donde la muchacha le veía, ya muy impaciente, volteó a su pequeña cabaña y murmuró.

- Si claro... Un accidente.-

domingo, 5 de julio de 2009

Sincera Amistad


Bajo una luna llena es que comienzo este escrito... no hay ruido, la media noche ya es pasada y mis pensamientos es lo único que escucho.

Mi vida ha transcurrido y la traición se ha vuelto costumbre, la gente confía y tan sólo pago con dolor, mentiras... y una sonrisa. Me han dañado y los he dañado peor, mis lesiones son temporales, pero las suyas... las recordarán por siempre.

La historia de lo sucedido es muy larga para contar, pero puedo decirle, mi joven lector, que el comienzo es triste y con muchos amargos, sucios y escondidos rincones. Una pasión me llevó al arrepentimiento de mis acciones, y una traición me llevó a sentirme inferior.

La confianza me la entregó mi "Ilusa" y bajo esa confianza fue que destruí a la misma. Con sinceridad parecí moverme pero bajo las sombras mentía, le engañaba y esperé a que se volteara para poder apuñalarla. Fue por la razón más estúpida que una traición cometí, pues no gané nada más que una gran derrota y el puñal de vuelta.

Cómo ha dicho el zángano, el cuchillo que planté... se me regresó perfumado, mi traición fue de vuelta a su verdadero dueño, pero con palabras diferentes y sin mentirme una vez tan sóla. Me ha tomado por sorpresa y cuando menos lo esperaba me habló mi "Ilusa" y en vez de herirme tan sólo me abrazó y con dos palabras arrancó mi orgullo, mi error y mi sentido erróneo de superioridad. Me tomó de las manos y con toda su verdad me dijo.

- Te perdono...-

Tan bellas palabras fueron aquellas que no pude ni entenderlas, tan sólo esperaba odio y desprecio como en todas las demás ocaciones, y sin embargo, tan fácilmente... mi redención llegó.

Yo debería llamarme a mí mismo el "Iluso" pues he sido yo el equivocado, el traidor y el perdonado, aquél que todo hizo mal y por ello tuvo que pagar, no el pago que yo esperaba, no el pago que yo concebía, si no el pago de algo llamado una verdadera y sincera amistad...

jueves, 18 de junio de 2009

Amigo


Tengo un amigo. Todavía no lo conozco, pero sé que es mi amigo.

Al ir caminando es que lo veo, solo, como que no quiere la cosa mira a las demás personas pasando y, ¿a mi? Sólo me mira con una cierta remembranza, dañado, triste y con un alma en agonía. Lo he visto a los ojos y me he adentrado en la oscuridad de los mismos, veo el dolor, siento su agonía y el pesar que lo acongoja. Terrible sensación la de verlo en ese estado.

Tan sólo lo miro y me enamoro de él, tanta belleza... destruída, hecha pedazos y vacía. No puedo evitar detenerme y mirarlo fijamente, su mano, extendida me ofrece compañía y yo decido acercarme. Tomo su mano, fría, débil. Con un ademán acaricio sus mejillas y le pregunto qué sucede... pero, no me responde, sólo me mira con ese vacío que termina con mi alma.

Me siento a su lado y coloco su cabeza en mi regazo, le peino y acaricio. Le miro los ojos y me cuenta de su vida, lo que le ha sucedido, su madre... que buena madre sería, ¿el padre?, muerto, desde sus 6 años. Me sigue contando y me habla de su amada, una bella dama que con gracia le hablaba, lo miraba con deseo y lo acompaña sin buscar lucro. Buena vida yo pensaba. "Ahora", me dijo, "Ya no queda nada, la muerte me sigue; en una cesta me acompaña. La miro en cada esquina y me roba la "estampa"".

Lo conozco como nadie lo ha hecho, lo acompaño cuando no hay nadie para hacerlo y me doy cuenta de que lo amo, lo amo como un amigo lo hace y le soy leal. Le soy leal en vida y lo seré en muerte. Estoy sentado con mi amigo en mi regazo, frío, con sangre en las manos y muerto.

El es mi amigo y lo aprecio. La gente rodeando el lugar, sólo tienen morbo en sus ojos, malicia y descaro. Observan a mi amigo y se cubren la cara, yo sólo lo veo y le digo - No te preocupes, no tendrás que sufrir esto.- Coloco su cabeza en el suelo y me limpio la sangre del pecho, él está muerto... sin embargo, es mi amigo.

martes, 16 de junio de 2009

Capítulo Segundo - Recuerdos


La mañana aparece y comienza a infiltrarse en el cuarto de la joven, donde, por la luz se llegaba a vislumbrar la maravillosa pieza artesanal que era aquella recámara.

Ahí, recostada todavía sobre su cama estaba Acacia, soñando con un mejor presente que el actual y llorando su futuro. Las sábanas, completamente blancas y de seda, resaltaban el color del cabello de la joven. Sus labios, rosados y pequeños, formaban una pequeña abertura por la cual respiraba suavemente.

La puerta, roja caoba con marcos tallados por los bordes, se abrió lentamente y una voz temerosa se escabulló a través del aire que junto con el sonido se adentraba al cuarto.

- ¿Madame? Disculpe usted señorita... pero debo hacer el cuarto, ya es tarde. -

Con ademanes, no muy agraciados, la joven hizo la seña de que se retirara aquél que invadía sus aposentos y la despertaba de sus sueños.

- Perdón señorita, pero las órdenes son del señorito Ariel... -

Acacia abrió los ojos y se sentó en la cama, desarreglada y un poco ofuscada, retiró las sábanas de su cuerpo y colocó sus pequeños pies en la madera de su piso. Levantó su mirada y observó a su allanadora directamente a los ojos.

- ¿Qué hora es María? -
- Las 11 de la mañana señorita. -
- De acuerdo... Si es tarde. -

Se levantó y comenzó a acomodar su cuero cabelludo para poder salir de su cuarto.

- ¡Vamos ya María!, necesito bañarme y vestirme. -
- Si señorita, inmediatamente le atiendo, el agua ya está caliente y en la bañera en caso de que quiera comenzar sin mi. -
- Si, alcánzame para el lavado de pelo, ¿si?-
- Si señorita, ahorita me dirijo hacia allá, sólo debo tender su cama.-

Acacia se dirigió al pasillo fuera de su cuarto y entró a la puerta de a lado que era el baño. Tomó su camisón desde abajo y se quedó completamente desnuda frente a la tina, inmóvil, sólo veía la tina mientras el sol acariciaba su bella piel, pálida, más lúcida a la luz del sol. Con un movimient0 muy agraciado, se sentó en el borde de la tina, acariciando el agua como si fuera un bello tesoro o un amante. Se detuvo y dejó que el reflejo se clarificara, mostrando su rostro, sus ojos, dorados a la luz del sol brillaban en el agua y la miraban fijamente, como buscando algo más que a ella misma. Se levantó y entro a la tina con cuidad0, acostumbrándose a la temperatura del agua para no quemarse.

Tomó una pequeña esponja y con un poco de jabón y gran delicadeza lo pasó por sus piernas y brazos. Mientras hacía esto pensaba en la noche anterior y recordaba la lealtad que había demostrado Ariel en esos momentos de insenzatez.

Miró hacia la ventana del baño y supiró bajo una brisa temerosa y cálida que recorría su nuca y posaba sobre su pecho.

- Ariel... -

Comentó en voz baja mientras sus pensamientos divagaban en las penumbras de sus memorias. Recordaba en esos momentos un día de otoño hace unos 4 o 5 años según ella.

Era 24 de agosto, el cumpleaños de su padre, los niños jugaban bajo la sombra del gran roble en la colina y los adultos reían estruendósamente en la mesa, tomado té y comiendo galletas... pero alejada de todo esto estaba Acacia, leyendo un tomo de misterio y terror construído por el gran escritor Edgar Allan Poe, poemas e historias prohibidas en su casa y aun así ella desafiaba las reglas para poder leerlas.

- ¡Acacia!-

Una voz profunda y grave se escuchó como trueno en tormenta a unos cuantos pasos de ella.

- ¿Mande?...-

Contestó temerosa la niña, como esperando pedradas o alguna clase de agresión física.

- ¿Qué estás leyendo?
- "El gato negro" de Edgar All...
- ¿QUÉ TE HE DICHO DE LEER ESO EN ESTA CASA?
- Lo sé padre pero..
- Nada de "pero"... ¡A la cama sin cenar!... ¡Y dame ese libro!

Regañada y un tanto avergonzada Acacia se levantó y se encaminó hacia la casa donde una sirvienta la esperaba para escoltarla. Al llegar a su recámara encontró a un joven que poseía unos ojos verdes como pasto, frente a los cuáles ella se sintió desnuda y avergonzada.

-¿Quién eres?, ¿qué haces en mis aposentos?-

Con ternura y una caballerosidad impecable el niño besó la mano de la muchacha y dijo con voz melodiosa aunque a la vez poderosa.

- Mi nombre es Ariel Volodya de la casa Phantomhive, disculpa el atrevimiento, pero había escuchado de tu belleza y quería comprobarlo...-

Tras esto la joven enrojeció y bajó la cabeza sin saber qué decir o cómo actuar, lo miró y abrió la boca como intentando decir algo, pero antes de que cualquier sonido saliera de su boca Ariel puso un dedo sobre sus labios y le dijo.

- No es necesario hablar, ya le he faltado mucho el repeto el día de hoy mi señorita, espero verla pronto. Por cierto, quizá deba esconder los libros en un lugar menos obvio que debajo del colchón... quizá debajo de un madero.-

Tras esto el joven se marchó del cuarto y sus pasos recorrieron la casa hasta que se escuchó el sonar de la puerta.

Con esto la joven regresó a su tiempo y mirando la ventana del baño pensó.

- Ariel... Debo disculparme con él-

sábado, 6 de junio de 2009

Capítulo primero - Luna




Las olas agitadas impactaban contra el acantilado y hacían un sonido de poder y furia intentando imponerse a la roca que con todo su esplendor soportaba la fuerza del maravilloso mar. 

Parada, ahí en el borde del mundo estaba debajo de la luna gris una bella dama, joven, tendría 17 años y ya sentía que el mundo era suyo... Acacia de los Rioja, la más bella de sus hermanas y la más inteligente. Poseía unos ojos tan bellos como la luna misma y piel tan blanca como una perla. Su cabello, café, claro y sedoso era ondulado y de un tono castaño como buscando ser rojizo en las raíces.

La muchacha de pronto miró el cielo y con un ademán intentó acercarce a la plateada luna, se colocó sobre sus puntas y se estiró hasta caer en sus rodillas, derrotada y sin más sueños. 

-Quisiera morir Ariel. Perderme para siempre en las memorias de la vida y tan sólo ser recordada en muerte, pero... no soy capaz de terminar con mi propia vida.-

La muchacha volteó para ver directamente a los ojos de su oyente con lágrimas recorriendo sus mejillas y con una mirada que hubiera desalmado al ser más despreciable y ruin del universo. Volteó y de nuevo miró hacia la luna.

-Ariel... ¿Me juraste hacer todo lo que yo te pidiera y la lealtad eterna... cierto?-

Él, más joven que ella, se mantuvo callado y caminó hacia donde se encontraba tirada la joven. Se colocó a su lado y la abrazó. Ella, desconcertada, se quedó pasmada sin hacer ni siquiera un ruido o algún tipo de movimiento.

Ariel quebró en un llanto ligero y una sóla lágrima salió de sus verdes ojos y proclamó unas palabras. 

- Haré todo lo que me pidas, pero no te lastimaré jamás.-

- Entonces llévame lejos, muy lejos a donde no pueda sufrir...-

Dicho esto el muchacho la tomó de las manos y besó con gentileza su muñeca, la miró a los ojos y volvió a abrazarla. Ya en sus brazos la levantó y la llevó de regreso a la casa que se encontraba detrás de un pequeño cerro con un árbol muerto y torcido, negro, quemado y anciano.

- Sé por lo que has pasado Acacia y comprendo por qué sufres... pero ésto no debe detenerte, al contrario, tómalo como una experiencia y afróntalo. -

- ¿Cómo lo enfrento Ariel?, no sé cómo reaccionar en una situación así, la luna siempre me ha ayudado para tomar desiciones pero esta vez no me ayudará en nada...-

- No puedo hablar como si conociera la posición en la que te encuentras pero... -

- Si, tienes razón, no sabes lo que es perder a un padre...-

- Sólo deberías saber que no te dejaré jamás, aun en estos momentos tienes amigos y gente que verdaderamente te ama, debes soportar el sufrimiento y volverlo un buen recuerdo. Vamos ya, a casa que es muy alta la hora y no quiero que atrapes un resfriado. -

Tan sólo bajó la cabeza la dama y exclamó un pequeño "gracias", lo suficientemente fuerte para que él lo escuchara pero para que nadie más pudiera saber lo que había dicho.

Pasando a un lado del árbol, Acacia, con un espaviento y movimientos bruscos se soltó de Ariel y se incó ante la planta muerta.

- ¿Acacia?¿Qué haces? Ese árbol está muerto. -
- Ven, ¡mira! -

Volteó rápidamente con una rosa roja en la mano perfectamente abierta.

- ¿De dónde has sacado eso? -
- Aquí estaba, en la base del árbol, él amaba las rosas rojas... -

Ariel miró con extrañeza la flor que yacía en las manos de la joven y decidió tomarla. Agarró la flor y la colocó en el cabello de Acacia armando un chongo en su testa.

- Te ves hermosa. - Le dijo.

- ¿Cómo puedes decir eso? Estoy toda desarreglada y mis ropas están sucias al igual que mis rodillas.- 

- Lamento lo que ha sucedido, espe...-

-No te preocupes, todos tenemos nuestras caídas, aveces nos hacen pensar en cosas que no deberíamos. -

Acacia asintió y recobró su camino.

- ¡Vamos ya! a casa, debemos dormir Ariel, mañana te vas de viaje y no quisiera que estuvieras agotado por mi culpa. -

Ariel la miró nuevamente a los ojos y sonrió tristemente, como queriendo decir algo pero sin poder expresarlo. Tomó la mano de Acacia otra vez y le besó la muñeca.

- Vamos pues, tu también debes descansar. -

Al llegar a la casa, Ariel abrió con extremo cuidado la puerta de roble rojo tallada a mano de la cual se distinguían pequeños leones y dragones en todo el borde de la puerta y la perilla era la cara de un león con la boca abierta. Al entrar estaba un pasillo el cual llevaba a 4 lugares diferentes. La escalera del lado derecho, un baño debajo de la misma, la puerta de la cocina al final del pasillo y la sala a la izquierda de la puerta que se conectaba al comedor. 

Aun con Acacia en brazos tomó las escaleras y al llegar hasta arriba se dirigió al cuarto de la muchacha para dejarla al fin en su cama. El cuarto era de paredes y techo blanco, madera oscura en el piso mantenía caliente el cuarto. Un pequeño tocador estaba pegado a un ventanal en el ala oeste del cuarto. La cama era de gran tamaño y se podía distinguir pequeños grabados a los costados del mueble que hacían de aquél una magnífica pieza de arte. Colocó a Acacia sobre el colchón y movió las sábanas sobre ella, entonces se dispuso a retirarse cuando sentió que tomaban su mano.

- No dejes mi lado esta noche Ariel... por favor. -
- Si. - Contestó suavemente. 
- Por ti... la luna. -

Agarró una silla que estaba debajo del tocador y la puso a un lado de la cama y tomó una mano de la joven y la acariciaba como aquél que no quiere perder lo más valioso en su vida.

- Buenas noches Ariel, ¡descansa! -
- Hasta mañana. -

Acacia volteó a ver su ventanal una última vez y observó la plateada luna pasar frente a ella, despidiéndose y rogándole cerrara los ojos hasta el día siguiente. Miró a su acompañante otra vez y pensó para ella misma. 

- Gracias por todo, ojalá veas más lunas así, hoy está más bella que nunca. -

domingo, 26 de abril de 2009

Amor del bueno


Todo comienza con una ilusión de belleza y confianza, un sentimiento que se convierte en una esperanza y crece hasta volverse un susurro, una palabra que expresa tus ideales y deseos por una persona. Es aquella palabra de la cual estamos todos enamorados, que todos idolatramos, buscamos y hacemos lo posible por mantenerla una vez encontrada...

En esa idea es que te conocí y embarqué a tu lado en busca de una esperanza de la cual yo no estaba seguro, de la que no me diste ni una pista y sin embargo yo comencé a inventarla.

Vi agua donde había vino y oro donde tan sólo había piedras, me perdí en una ilusión hermosa y me entregué a quien no debía, pero el ser humano al fin y al cabo es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, más en ese transcurso es cuando aprende que se cae... para aprender a levantarse.

Vamos pues reflejo y sombra mía, que de arrastrarse lo conocemos todo, pero a caminar debemos aprender. Tomé mi ser y me moví de lugar, ya no me encuentro en posesión suya, ya no estoy en el centro de su mano, me he movido a la punta de su dedo. Estaré siempre para ti amada mía, estaré siempre contigo y te veré desde cerca, pero ya no sólo veré tu cara, ya no sólo me fascinaré por tus caricias, también buscaré a quien yo pueda encantar.

Al dejar el lugar que se me había asignado, el cambio fue repentino, me di cuenta de las "maneras" del amor, no tiene uno que amar tan sólo de un modo, no tengo que estar enamorado para amar, amo como a mis hermanos, amo como con mi madre lo hago y a ti, puedo amarte como lo hace un amigo.

Exquisito sentimiento el de amar y ser amado, magnífica sensación el de entregarse y recibir a la persona de vuelta. Es esto lo que siento ahora y me he dado cuenta que hasta cierto punto yo no estaba amando, pues el amar quiere decir que sé pensar en "tu" y sin embargo tan sólo pensaba en mí.

Cito ahora un poema del cual el autor desconozco que dice "Yo soy tu amigo y te digo, por favor no me hagas daño, pero si es necesario amigo, pero sólo el necesario." Me entrego ahora pensando en ti, pensando en lo que necesites pero pongo mi línea, tu estás allá y yo estoy a tu lado, como un ser aparte, no como tuyo, no como posesión.

Seguiré a tu lado hasta que me dejes o yo te deje, recibiré tu dolor como si fuera el mío pero nunca será el mismo. Yo ahora te abrazo y me despido, no es una despedida de siempre, por favor no me mal interpretes, tan sólo llámame... Cuando necesites a un amigo.


lunes, 20 de abril de 2009

El corazón



Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?"
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió "¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?", pensaron ...
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando, anciano estúpido" dijo. "Compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo"...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.
Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Este texto no es mío, desconozco el autor pero por favor no lo confundan, tan sólo ha sido un texto que consideré , podía enseñar algo valioso.

viernes, 3 de abril de 2009

Sólo por soberbia


Me encuentro caminando, segura de mi persona y de mis ideas, pensando en que quizá esté ya todo listo, que esté preparada para enfrentar a mi reflejo, ponerme un alto y poder crecer. Paso una vereda y veo un cementerio, me trae recuerdos de una época de tristeza y otra de felicidad, y me congelo al pensar que algún día yo estaré ahí. No importa, puedo hacer esto, puedo seguir adelante. Doy un paso, el siguiente y el siguiente, una secuencia que me acercan cada vez más a esas tumbas silenciosas y pacientes.
Soy la culpable de todo esto, la gente que amo se encuentra a mi alrededor, dormida, la gente que estaba para mi, que me ayudaba, y, sin pensarlo tan sólo les negaba, "no lo necesito", "puedo manejarlo"... Sigo caminando y volteo a mi derecha, me congelo y no puedo moverme, aquella lápida enfrente de mi, aquel nombre, aquella persona, la enterré, la pisé en con mi soberbia y brinqué sobre ella. Estoy rodeada, todas a mi alrededor, todas las piedras, todos esos nombres, es algo que yo hice, y que me persigue sin dejarme esconder.
Debo huir, no puedo con la culpa, los remordimientos y la vergüenza de lo que hecho, corro, rápido, buscando una salida,  un refugio y en mi desesperación pierdo mi camino, pierdo el piso y caigo...
El golpe me aturde, caí contra algo fuerte, madera, mi cara contra ella, me duele el cuerpo y no quiero moverme, no quiero regresar, sólo veo la madera, me volteo, miro el cielo y no puedo creerlo, estoy en un agujero de esos de los que estaba huyendo, trepo rápidamente fuera de él, sola, miro hacia atrás, al agujero en el que me encontraba y busco la lápida.
Al mirar no conseguí evitar este sentimiento, me privé de mí misma, el dolor, el recuerdo de aquellos días, la persona en esta tumba, él me lo entregó todo, siempre a mi lado, siempre en mi regazo, aquel que con tal de ayudarme dejó su salud y en mi ceguera le decidí ignorar, creí estar viendo a futuro pero mi orgullo me dejaba ciega, las lágrimas limpiaron mis ojos y recorrieron mi cara hasta alcanzar el cuello y recuerdo como sentir arrepentimiento.
Ya no lloro, el llanto se vuelve cada vez más fuerte hasta convertirse en un alarido, intenso, no puedo soportarlo y pienso en él.
Me callo unos momentos y le pido disculpas por no haber aceptado, quiero que vuelva, mi gran confianza, mi gran cariño y espero, espero una respuesta y el silencio me otorga una decisión... Tomaré mi vida en control y ya no dañaré más, me pongo de pie y me alejo, me pongo a pensar y me detengo, un golpeteo, un suave sonido detrás mío, pongo atención y escucho gritos de desesperación a lo lejos, regreso al ataúd y descubro que provienen de él, le llamo desesperadamente, golpeo con todas mis fuerzas su prisión pero no es suficiente, debe haber algo, una pala recargada en la lápida, la tomo y me dispongo a partir la madera. Pido disculpas mientras la madera se parte, me arrepiento y recuerdo un sentimiento de humildad.
Se parte la tapa en dos partes, lo veo ahí acostado, esperando, lo tomo de las mejillas y mis lágrimas caen sobre su rostro, él sólo se levanta, me abraza y me susurra al oído "Sabía que no olvidarías recuerda en pedir ayuda".
He logrado enfrentarme a mí misma, no puede hacerlo sola y ya no seré soberbia.
Conseguí crecer, y ahora acompañada... continúo viviendo

viernes, 27 de marzo de 2009

Entierro


Me voy a dormir con dudas, con miedo a quedar enterrado...

Lo primero que veo es un fondo negro... ¿Le puedo llamar fondo?, no veo si hay un fondo. Un techo, sí, es un techo lo que no puedo ver, sé que miro hacia arriba, acostado, ¿en qué? Un colchón, debe ser eso, el sentimiento es familiar.

Observo el frente de lo que yo, aunque no pudiera ver, consideraba una cama, es lo mismo, no veo más allá de mi nariz, no quiero estirar los brazos por miedo a encontrar algo, no se que tan lejos esté el piso y no quiero averiguarlo...

No escucho nada, no veo nada y no quiero saber nada, mis sentidos me son inútiles, no sé dónde estoy, dónde debería estar o con quién. Si pienso demasiado me va a dar dolor de cabeza. No he comido nada, esa es la razón, mi dolor físico es nulo hasta el momento pero no eh querido moverme para no saberlo. Mi dolor espirituaal es muy grave, ¿a quién lastimé?, ¿qué hice para que alguien me trajera aquí? 

No recuerdo enemigos, no visualizo objetivos, ni a quién, ni a qué.

No he movido mis brazos, no he sentido mis piernas, no veo nada todavía, quizá en la mañana descubra dónde estoy. Me dispongo a esperar, no tengo nada que perder, quizá haya una ventana que no puedo ver por la oscuridad de la luna nueva que se presentaba esta noche. 

¡Si!, hay una explicación para todo, no puede haber sucedido eso que estoy pensando, jaja, ¿quién lo diría? el gran von Constantine Zimmer casi llega al punto de la locura, debo levantarme y acabar este mal sueño. 

Me decido levantar y me encuentro con un techo a 10 cm de mi cara, expando los brazos y hay pared a otros 10 cm... No puedo creerlo, mi respiración, ¿qué sucede?, ¿acaso es cierto?, encajonado, enterrado, sigo en vida, vida en vida, no he muerto, de ningún modo he muerto, lo sé, ¿qué hacen, por qué estoy aquí?

Grito, pataleo, golpeo... no hay respuesta. Al cabo de un rato pierdo las esperanzas de pelear, dejo de gritar y golpear, silencio, sólo hay eso. Pasó lo que yo diría fue un día completo, mas mi reloj apuntaba un minuto, dos minutos, tres... no lo soporto, se debería enterrar a la gente con una pistola para aquellos que despierten, no puedo creerlo, morir así, solo, en silencio, sin hogar, sin nadie que piense en ti.

Escucho algo sobre mí, un leve sonido a lo lejos, una voz, tan hermosa voz... Debe ser un ángel, una criatura enviada por Dios mismo para que me recoja, es voz de una dama, pero, hay algo que no concuerda, llora, mi ángel llora, no debería llorar y no sé qué está sucediendo, me preocupa estar así, desconociendo todo lo que sucede a mi alrededor y sintiéndome impotente.

Tal vez pueda animar a mi ángel mostrando mi felicidad de que venga por mi. Grito, golpeo, me emociono y muestro el gran pulmón que entrené por años para que aquél que me busca por muerto vea que estoy feliz de verle. Escucho mas cerca su voz, pero ya no son llantos, son preguntas, cada vez mas fuertes hasta hacerce gritos de desesperación y angustia.

Empiezo a escuchar golpes en mi ataúd, le están quebrando, me están liberando por fin, lloro ante la emoción de que me voy a ir con mi ángel a visitar la casa del Señor, no merezco esta vida, lastimé a los que creí amar y me han condenado, merecidamente, a esta pena tan terrible.

Veo el primer rayo de luz y cierro mis ojos, escucho su voz, siento su piel... ¿Piel? Mi ángel tiene piel, mis grandes pesares que me encierran bajo la tierra de mis pecados fueron abiertos por un mortal, pero quisiera saber qué mortal ha hecho esto.

Abro los ojos y descubro aquella persona que adoro, aquella que me apoya sin pensar y que me quiere sin chistar, la luz de mi vida que sin amarme me hace feliz.
Ya recuerdo donde estoy, la prisión de mi mente es mi final, pero me encuentro a salvo ahora, me siento estimado y veo que tengo a dónde volver, esa voz piensa en mi y donde piensan en ti es tu hogar, no importa donde estés, esos sentimientos y pensamientos te van a llegar y recordarás quién eres y por qué sigues adelante. No ha sido pesadilla, ha sido recordatorio, un recordatorio para nunca mas olvidar lo que siento, para no intentar reprimirlo.

Me ha salvado aquella que amo, me ha sacado de mi maldición interna, de mi tortura eterna que llevo en el alma, me habla y me abraza, me dice que fue una pesadilla pero sé que miente, ella sabe que el enterrarme vivo en mi mente no es una pesadilla sino un flagelo al no conocer lo que sientes y un recordatorio que te inspira a seguir, a enfretarte a ti mismo.

Ya no dudaré a irme a dormir, ya no tengo miedo, tengo un sueño y lo voy a cumplir.

Gracias Ama, quisiera dedicarte este pasaje, que, aunque confuso se que será de tu agrado.
Te quiero, no lo olvides, no enfrentes sola toda la vida, es muy pesada y necestias ayuda.